Tocando el viento
Camino con un vendaval de voces atado al cuello Bajo un sombrero hueco y deforme. No vine a salvar a nadie, a buscar glorias, o trofeos. Aun no sé pronunciar todos los nombres Y Sigo aprendiendo a convertir lo nebuloso de mi cabeza En un delicado producto de luces arbóreas Y es posible, que me nieguen la compasión humana de los dioses. Los haceres cotidianos tienen rutas más asequibles, lo sé. Lo escucho en las voces que resuenan a eco domeñado Y siento que ya no tengo tiempo para huir de nada. Una luz oscila a lo lejos y temo que pueda encontrarme dormida. Me angustia la posible censura de aquéllos que me aman Que me vean intentando atrapar formas en el viento Que no comprendan el entusiasmo, la metamorfosis. Ser cauce de río, un silencio de nube, una muerte enamorada Encender la luz dos días seguidos, y apagar los ruidos que me llaman. Alimentar el alma no está de moda en estos días. Los tiempos postmodernos se han vestido de soberbia, de artificio. Y siento, que un vendaval de voces no puede ahogarme la garganta.
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