Formas primigenias bailando en mis obras!
Si amas la abstracción es inevitable no creer en la fuerza y presencia que posee la intuición; facultad que te transporta conectando conceptos y planos inherentes a la vida, a nuestra personalidad menos racional, puede que más emotiva, emocional y subjetiva; no por ello en absoluto desdeñable.
Desde mi propia perspectiva como pintora cuando el trabajo se desliza libremente hacia esas formas más esenciales y primitivas del arte, se posibilita la infinita libertad del verbo crear entendido desde lo más puro e íntimo de la pintura. Esta facultad de conocimiento que me permite la intuición, capaz de procesar, modificar y transformar elementos existentes en otras realidades, me conecta con lo profundo del ser y, estable relación con todas las fuerzas vivas no domesticadas donde posiblemente se destila lo más esencial del momento creativo.
Esta expresión que nace de lo íntimo en diálogo permanente con lo externo, forma parte de la memoria colectiva como herencia trasmitida que anidará en el misterioso ADN de cada organismo; y dicha expresión, bien pudiera ser ese trazo entregado al azar, una línea, un punto perdido, mancha o forma que en una pirueta plástica, enérgica y rotunda, se abraza dando vida a los recorridos del arte, emergiendo lo primigenio, lo primitivo, acaso la estación más lejana donde la pintura cobra todo su valor por sí misma.
Ahí, mi mano, en ocasiones herramienta académicamente desobediente, navega por el vacío mar de un espacio donde la esencia del corazón, quiero pensar y sentir, revela formas de otro tiempo; más libre, salvaje, y puede que conceptualmente menos contaminado. La imaginación posee memoria.
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